Mañana del Sábado, 2 de Noviembre-2013:
Hoy hemos comenzado el día con el alimento corporal y a continuación el
espiritual con la oración de la mañana preparada por la comunidad Shalom, de Málaga.
Este momento de encuentro con el Señor, nos ayuda a centrarnos en el
tema : el Seglar Claretiano está llamado a la evangelización de nuestra
sociedad, a ser sal y luz de un mundo que atraviesa una crisis profunda y
de la que tiene que salir renovado.
Posteriormente nos han
mandado mensajes deseando que este Encuentro sea fructífero y hemos
conocido personalmente a Paul Smith, Asesor del Consejo General del
Movimiento.
La parte central de la mañana la ocupó la ponencia
a cargo de Pedro Gómez Serrano que nos planteó cómo ser testigos de la
fe con la que está cayendo.
De forma concisa, en su charla nos dijo lo siguiente:
Los contextos y los climas marcan el modo de contar la fe y actualmente
se ha pasado en el cristianismo de lo evidente y generalizado, donde
era muy fácil hablar de la fe, ya que se compartía un lenguaje y unos
hábitos, a lo extraño y minoritario y ahora tenemos nosotros que
justificarnos ante los demás y explicar porqué somos cristianos.
Para poder evangelizar tenemos que redescubrir la situación y la vida de
los primeros cristianos, que también eran algo extraño en su sociedad.
Hay que volver al arrojo, a la liberación, tomar conciencia de que somos
personas libres, a la fraternidad, a la acogida y la actitud de diálogo
con todo el mundo.
Nos toca transmitir una experiencia vivida y
además hacerlo de forma que los demás la entiendan. No podemos
transmitir la fe del mismo modo que hace 30 años.
El testimonio
cristiano está entre el deber y lo inevitable: “hay de mí si no
evangelizara”. No es un deber que se impone de fuera, sino que es algo
que me resulta inevitable. La cuestión es cómo damos ese testimonio, si
somos cansinos, añorantes,… Es imposible no transmitir en nuestros
ambientes: por el mero hecho de convivir con otros, ellos están sacando
sus propias conclusiones de qué es el cristianismo a partir de nuestra
forma de comunicarlo.
Habría que revisar cuáles son los motivos que
nos llevan a evangelizar. Estamos estresados y obsesionados con llegar a
todos y transmitir, quizá más por miedo a quedarnos solos, a cerrar
congregaciones,… Puede que también busquemos el reconocimiento de
nuestro bien hacer, el éxito de nuestro esfuerzo de cara al patio
Sólo podemos anunciar a Jesús si estamos convencidos de que es el
ingrediente que le falta a las personas y a la sociedad en conjunto.
El elemento esencial del testigo de la fe es el vivir enamorado de
Cristo. Mostrar que la religión no es una obligación, sino un
enamoramiento.
Ser testigo no es hacer propaganda, sino vivir de tal
forma que nuestra vida no se entienda sin una relación con Dios. No hay
que ser superhombres o supermujeres, sino transparentar al que vive en
nosotros, por eso el pobre y el frágil muchas veces es el mejor testigo
de la fe.
Tendríamos que preguntarnos por qué no brota de nosotros
espontáneamente esa transmisión de la fe y del amor recibido de Dios.
Hoy en día, se pide autenticidad, poder reconocer los fallos y pedir
perdón habitualmente, sin problema y no tapar los errores. Nuestras
debilidades pueden ser un aspecto positivo en nuestra evangelización,
ver como las vivimos cristianamente
Deberíamos recuperar la naturalidad de la experiencia cristiana. La religión debe ser una dimensión normal de la vida.
Saber, poder y tener.
Tenemos que manifestarnos como personas con una vida de profundidad,
crítica, de alegría y que libera y crea un mundo más justo.
En
relación con el testimonio comunitario nos señaló también el camino del
amor entre nosotros. “Mirad cómo se aman”: si no convence el amor entre
estas personas, no habrá nada que lo haga. Este es el testimonio a dar
como grupos, el amor entre nosotros.
Si la gente no va a los
espacios cristianos, tenemos que salir a la calle a buscar a los laicos.
La naturalidad de la fe, solo se logra haciendo que sea natural en la
calle. El laico da testimonio viviendo la misma vida que los demás, pero
de forma diferente, porque Jesús nos hace vivir de otra manera. Por
otro lado, hemos de ser críticos con y entre nosotros mismos.
El
evangelio habla de la evangelización, con cosas pequeñísimas: sal, luz,
levadura y semilla. Es una cuestión de cantidad en nuestra labor, sino
de calidad. Hay que utilizar la cantidad justa para no estropear “la
comida”. No hace falta mucha gente, ni muchos medios, ni mucha
palabrería. La sal da sabor a la comida y nosotros a la sociedad. No se
nota la sal, el foco de luz, la levadura, la semilla,… y sin embargo,
son bien patentes los efectos de su presencia. No es tanto el hacernos
un volumen o cantidad determinados, sino ser capaces de desaparecer
fermentando la sociedad.
( Cronista: Rocío Guillén-sc )